miércoles, 16 de junio de 2010

Siempre uno al lado del otro, creciendo. Haciendonos personas, maduros, pegados, unidos, cercanos aún cuando lejanos. Desde los primeros hasta los últimos de los días, siempre pegados. Desde allá, desde acá, para allí, aquí, no importa dónde ni cuando. Bien adentro de uno mismo, en lo más profundo, casi donde ya no se percibe hay guardadito, un lugar, para sentir más que nunca. Hay un rinconcito donde los días de lluvia, los días sensibles, los días normales, las noches de frío, los soles en la terraza y las lunas menguantes nos hacen ir. Adentro, bien adentro nuestro, haciendo retrospectiva a nuestro interior. Pensando una y mil veces llego allá, donde sólo yo puedo llegar. Sonrisas, llantos, emociones, abrazos, peleas, guerras, insultos, mentiras, dolores, amores. Es increíble ver crecer, estando tan lejos. Lágrimas caen rodando, la nostalgia inunda la habitación. Recorro momentos, recuerdos, historias. Te siento tan cerca y en materia, estás tan pero tan lejos. Es difícil entender como un mismo amor, tan lindo y puro, hace arder el pecho de tanto dolor. Hace llorar hasta humedecr los pómulos más fríos, temblar los huesos más pequeños y estremecer hasta el último poro del cuerpo. Quiero sentir otra vez, el calor de un abrazo enorme donde puedo esconderme y protegerme de todo lo que está afuera. Necesito gritar hasta descargar la amargura que se siente, desde acá, tenerte allá. Quiero volver a ver esos ojos miel que iluminan el camino de mi vida y me ayudan a saber por dónde transitar. Deseo tenerte al lado otra vez para recordar dulcemente el sonido de tu voz. Anhelo verte, de nuevo hermano, sonriendole a la vida desde la cama de al lado.

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