martes, 9 de noviembre de 2010

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Es raro tener que escribirle a alguien que hoy no se hace presente en el lugar donde resido. Hoy no estás en los mismos pagos, compartiendo estas mismas sonrisas que nosotros nos damos el lujo de repartirnos.
Las cosas cambiaron. Ya pasamos el frío invierno, etapa en que nuestros corazones se endurecen con el frío y no recuerdan la dulce melodía del amor que florece con la primavera. Sin embargo, el invierno quedó atrás y con el se fueron las cortezas que recubrían nuestros corazones. Este es el momento en el cual volvemos a vernos absortos con respecto a la fuerza que tenemos para amar. Nos abruma la posibilidad de manifestar sentimientos tan sinceros y profundos como los que me remito a expresar.
Son pocas, las cosas aquellas que nos hacen sentir llenos de pies a cabeza. Hay miles de sensaciones que te pueden volar el bocho, pero no son miles sino ínfimas sorpresas de la vida que se nos presentan como recios puentes hacia o para con otra persona. Resumiendo uno de los grandes propósitos de la vida, o desde mí, el mayor, bañar en abundancia de amor tu corazón. Y para expresar el inmenso amor que mí corazón advirtió sentir, me someto a hacer catársis de los más profundos sentimientos que hasta hoy no animé a esbozar.
Me sucede que todo mínimo destello de vos, me trae un recuerdo férreo. Las pequeñas cosas que hacen alusión a un muchacho desprolijo, desalineado, de sonrisa honesta y mente abierta, todas siempre son vos. Grande en tamaño y enorme en corazón. Siempre atento, siempre firme, siempre acompañandome a crecer.
Creo que nunca tuve la oportunidad de hacerte saber, hermano, que sin vos, la vida tiene la mitad de sentido.